La palabra «arjé» proviene del griego antiguo y se traduce como «principio» o «sustancia primordial». Los primeros filósofos presocráticos buscaban comprender el origen y fundamento último de todas las cosas. Para ellos, descubrir el arjé significaba encontrar la clave para entender cómo funciona el universo. Así que prepárate para sumergirte en un fascinante viaje por las ideas revolucionarias de estos pensadores pioneros. ¡Empecemos!
¿Qué es el Arjé?
«Arjé» es un concepto fundamental en la filosofía presocrática y especialmente en la filosofía de Tales de Mileto. La palabra «arjé» proviene del griego antiguo y se traduce como «principio» o «origen». Tales y otros filósofos presocráticos buscaban entender la naturaleza fundamental y esencial de todas las cosas, y para ellos, el «arjé» representaba ese principio o sustancia primordial de la cual todo emergía.
Tales de Mileto, uno de los Siete Sabios de Grecia, es conocido por proponer que el agua era el arjé, sosteniendo que esta sustancia era la base de todas las cosas en el universo. Sin embargo, a medida que otros filósofos presocráticos como Anaximandro y Anaxímenes desarrollaron sus propias teorías, propusieron diferentes sustancias primordiales como el arjé, como lo infinito y lo aire, respectivamente.
El concepto de arjé marcó un cambio importante en la forma de pensar sobre la naturaleza y el cosmos. En lugar de explicar el mundo a través de mitos y relatos religiosos, los filósofos presocráticos buscaron explicaciones racionales y un principio unificador para la diversidad del mundo.
Los Primeros Filósofos y su Búsqueda del Arjé
Los primeros filósofos de la antigua Grecia fueron valientes exploradores del conocimiento, en busca de respuestas a las grandes preguntas sobre el origen y la naturaleza del universo. Estos pensadores, conocidos como los presocráticos, se embarcaron en una búsqueda apasionante para descubrir el arjé, es decir, el principio o sustancia primordial que constituye todo lo existente.
Cada uno de estos filósofos tenía su propia teoría sobre cuál era ese arjé fundamental. Thales de Mileto afirmaba que el agua era la sustancia primordial que daba origen a todo lo demás. Para él, todas las cosas provenían del agua y regresaban a ella.
Por otro lado, Anaximandro propuso una idea más abstracta: el apeiron. Según él, esta fuerza infinita e indeterminada era la base de toda realidad material y no podía ser definida ni contenida por ningún elemento específico.
Heráclito llevó esta búsqueda aún más lejos al proponer que el fuego era la esencia última del universo. Para él, todo estaba en constante cambio y transformación debido al poder transformativo del fuego.
Finalmente tenemos a Parménides quien sostuvo una postura completamente opuesta al cambio propuesto por Heráclito. Él creía firmemente en la unidad inmutable como arjé absoluto y negaba cualquier forma de cambio o multiplicidad.
Estos primeros filósofos sentaron las bases para futuras investigaciones filosóficas sobre el concepto de arjé. Aunque sus ideas difieren entre sí, todos ellos compartieron un deseo común: desentrañar los misterios fundamentales del universo y descubrir la sustancia primordial que lo sostiene.
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Arjé de Tales de Mileto: Agua
Tales de Mileto, uno de los primeros filósofos presocráticos, propuso que el «arjé» o principio fundamental de todas las cosas es el agua. Esta idea se presenta en el contexto de su búsqueda para identificar la sustancia básica de la cual todo en el universo se originaba y a la cual todo eventualmente regresaba.
La propuesta de Tales de Mileto de que el agua es el arjé es un intento de encontrar una explicación material y natural para la diversidad de fenómenos observados en el mundo. Aunque su elección de agua puede parecer simplista desde la perspectiva moderna, es importante considerar el contexto histórico en el que vivió. En comparación con explicaciones mitológicas y religiosas de su época, la idea de que una sustancia material como el agua podría ser la base de todas las cosas representaba un cambio significativo hacia una comprensión racional del mundo.
Es crucial destacar que, a medida que la filosofía presocrática evolucionó, otros pensadores propusieron diferentes «arjés». Anaximandro, por ejemplo, sugirió lo «ilimitado» como el principio, mientras que Anaxímenes propuso el «aire». Estas ideas sentaron las bases para el desarrollo de la filosofía y la ciencia en la antigua Grecia.
Arjé de Anaximandro: Apeiron
Anaximandro, otro filósofo presocrático y discípulo de Tales de Mileto, propuso una concepción diferente de «arjé» o principio fundamental. Según Anaximandro, el arjé no era un elemento específico como el agua, sino algo que él llamó lo «ápeiron», que se traduce como lo «ilimitado» o «infinito».
Para Anaximandro, el ápeiron era una sustancia eterna y sin límites que estaba en el origen de todas las cosas. A diferencia de Tales, que identificó el arjé con una sustancia particular (el agua), Anaximandro buscó una explicación más abstracta y universal. Consideró que el ápeiron era la fuente de todas las cosas y también el destino al cual todo retornaría.
La idea del ápeiron como arjé representa un avance en la conceptualización filosófica, ya que se aleja de explicaciones basadas en elementos específicos para explorar conceptos más abstractos y generales. Esta noción de lo ilimitado influyó en otros pensadores presocráticos y contribuyó al desarrollo del pensamiento filosófico en la antigua Grecia.
Arjé de Heráclito: Fuego – Transformación constante
El concepto del arje en la filosofía de Heráclito es central en su pensamiento y se refiere al principio o fundamento último del universo, también conocido como fuego. Heráclito, un filósofo presocrático que vivió en el siglo VI a.C., sostuvo la idea de que todo está en constante cambio y flujo, y que este cambio es impulsado por un principio unificador, el arje.
Para Heráclito, el arje no es estático, sino dinámico y transformador. El fuego no debe interpretarse literalmente como fuego físico, sino como un símbolo de cambio constante y transformación. Según él, todas las cosas están en constante movimiento y transformación, y el arje es la fuerza que subyace a este proceso de cambio. Esta concepción del arje contrasta con la idea de un principio inmutable propuesta por otros filósofos presocráticos como Parménides.
Heráclito expresó su visión del arje a través de su famosa frase: «Todo fluye» o «Panta rhei» en griego. Esta idea sugiere que nada permanece igual; todo está en un constante devenir y transformación. Incluso el fuego mismo está en un estado de cambio perpetuo, simbolizando así la naturaleza fluida y dinámica del universo.
El arje en la filosofía de Heráclito representa el principio de cambio constante y transformación que subyace a todas las cosas en el universo. Es un concepto fundamental que refleja su visión de un mundo en constante flujo y movimiento.
Arjé de Parménides: Ser
Parménides, otro influyente filósofo presocrático, también abordó el concepto de «arjé» en su obra poética filosófica titulada «Sobre la naturaleza» (Perí Physeos). A diferencia de Tales de Mileto y otros contemporáneos, Parménides propuso un arjé que no estaba vinculado a alguna sustancia material específica.
Para Parménides, el arjé era el «Ser» o la existencia pura. Sostenía que el Ser era eterno, inmutable e inmóvil. Parménides argumentaba que el cambio y la multiplicidad observados en el mundo empírico eran ilusiones y que solo la realidad del Ser verdadero existía. Según él, el arjé no podía ser generado ni destruido; siempre ha existido y siempre existirá.
Este enfoque radical hacia el arjé de Parménides influyó en las corrientes filosóficas posteriores y planteó preguntas fundamentales sobre la naturaleza del ser, la realidad y el conocimiento. La posición de Parménides marcó un contraste con las ideas de otros filósofos presocráticos que buscaban explicaciones materiales y cambiantes para el arjé. Su trabajo sentó las bases para la metafísica y la epistemología en la filosofía posterior.
Arjé de jenófanes: Dios
El arjé de Jenófanes no era una sustancia material específica como el agua, el aire o lo ilimitado. En cambio, él postuló que Dios o un principio divino era el arjé. Según Jenófanes, este principio divino era único, eterno e inmutable. Criticó las concepciones antropomórficas de los dioses en la mitología griega, señalando que las representaciones humanas de los dioses eran proyecciones de las creencias y limitaciones humanas.
Así, el arjé de Jenófanes se alejó de explicaciones puramente físicas para abordar aspectos más metafísicos y teológicos. Su enfoque influyó en el pensamiento posterior y en la transición de explicaciones míticas hacia una comprensión más abstracta y conceptual en la filosofía griega.
Arjé de Anaxágoras: Mente
Anaxágoras, un filósofo presocrático, introdujo la noción de «Nous» como su concepto de «arjé» o principio fundamental. La palabra griega «Nous» se traduce comúnmente como «mente» o «intelecto». La propuesta de Anaxágoras representó un cambio significativo en comparación con las ideas anteriores de Tales de Mileto, Anaximandro y Anaxímenes, quienes se centraron en sustancias materiales como el agua, lo ilimitado o el aire.
Para Anaxágoras, el «Nous» era una fuerza ordenadora y organizadora, una mente o inteligencia cósmica, que estaba presente en todas las cosas. Según su teoría, todo en el universo estaba compuesto de pequeñas partículas llamadas «nous» o «nómos», que contenían porciones de todas las cosas. Estas partículas eran infinitamente divisibles y, cuando se combinaban, daban origen a la diversidad y complejidad de la realidad observada.
La propuesta de Anaxágoras marcó un paso importante hacia la comprensión de principios abstractos y no materiales como fundamentales para explicar la naturaleza. Su enfoque en la mente o inteligencia como el principio rector influyó en el pensamiento posterior de filósofos y científicos, y su énfasis en la existencia de una fuerza organizadora prefiguró ideas relacionadas con la teleología y el orden en la filosofía posterior.
Arjé de Pitágoras: Números
Pitágoras y sus seguidores no identificaron un elemento específico como el «arjé» o principio fundamental de todas las cosas. La escuela pitagórica, que floreció en el siglo VI a.C., estaba más interesada en las relaciones matemáticas y numéricas que en una sustancia material específica.
Para los pitagóricos, los números eran fundamentales en la comprensión de la realidad. Creían que los números y las relaciones numéricas constituían la esencia subyacente del universo. Según la leyenda, Pitágoras habría pronunciado la famosa frase «Todo es número», expresando así la idea central de su filosofía.
En lugar de centrarse en un elemento físico como el agua o el aire, los pitagóricos se dedicaron al estudio de las propiedades numéricas y geométricas. Creían que las relaciones numéricas subyacían en la estructura del mundo y que podían revelar principios fundamentales sobre la realidad. Este enfoque influyó en el desarrollo de las matemáticas y la filosofía en la antigua Grecia y dejó un legado duradero en la historia del pensamiento occidental.
Arjé de Anaxímenes: Aire
Anaxímenes, otro filósofo presocrático que vivió alrededor del siglo VI a.C., propuso que el «arjé» o principio fundamental de todas las cosas era el «aire». A diferencia de Tales de Mileto, que identificó el agua como el principio, y Anaximandro, que propuso lo «ilimitado» (apeirón), Anaxímenes sostuvo que el aire era la sustancia primordial de la cual se originaban todas las demás cosas.
Para Anaxímenes, el aire no se entendía simplemente como el gas que respiramos, sino más bien como una sustancia más fundamental y esencial que podía transformarse en diferentes estados. Según su teoría, la condensación y rarefacción del aire eran los procesos que daban lugar a la diversidad de fenómenos observados en el mundo. Por ejemplo, consideraba que cuando el aire se condensaba, se formaban las nubes y, al seguir condensándose, se generaban otros elementos más densos como el agua y, finalmente, los sólidos.
La propuesta de Anaxímenes representa un esfuerzo por encontrar un principio material subyacente que pudiera dar cuenta de la variación de las sustancias en la naturaleza. Cada filósofo presocrático buscaba identificar un «arjé» singular y universal que explicara la multiplicidad y diversidad del mundo físico.
Arjé de Empedocles: Raíces
Empedocles, otro filósofo presocrático que vivió en el siglo V a.C., propuso una teoría diferente sobre el «arjé» en comparación con Tales de Mileto. En lugar de identificar una sustancia única como principio fundamental, Empedocles postuló que existen cuatro elementos básicos e indestructibles, conocidos como «raíces» o «raíces de todo». Estos elementos son:
- Tierra (Terra): Representa la solidez y la estabilidad.
- Agua (Aquas): Representa la fluidez y la adaptabilidad.
- Aire (Aer): Representa la movilidad y la ligereza.
- Fuego (Ignis): Representa la transformación y la energía.
Empedocles argumentó que todas las cosas en el universo están compuestas por combinaciones diferentes de estos elementos, y los cambios en la realidad se deben a la mezcla y separación de estos componentes básicos. Su teoría es conocida como la teoría de los cuatro elementos y tuvo una influencia significativa en la filosofía y la ciencia posterior, incluyendo la escolástica medieval y la alquimia.
Además de los elementos, Empedocles introdujo la idea de dos fuerzas cósmicas opuestas que actuaban en el universo: la «Amistad» (Philía), que tiende a unir y armonizar, y el «Odio» (Neikos), que tiende a separar y dividir. Estas fuerzas, junto con los cuatro elementos, constituían la base de su visión del cosmos.
Arjé de Demócrito
Demócrito, otro filósofo de la antigua Grecia y contemporáneo de Empedocles, desarrolló una teoría diferente acerca del «arjé» y la naturaleza fundamental de la realidad. Demócrito es conocido por ser uno de los principales exponentes de la filosofía atomista.
Según Demócrito, el «arjé» de todas las cosas es el átomo. La palabra «átomo» proviene del griego «atomos», que significa «indivisible». Demócrito postuló que la realidad no podía dividirse infinitamente, sino que estaba compuesta por partículas indivisibles llamadas átomos. Estos átomos eran eternos, indestructibles e invisibles a simple vista.
Algunas características clave de la filosofía atomista de Demócrito incluyen:
- Átomos: Demócrito afirmaba que el universo estaba formado por un número infinito de átomos que se movían en el vacío.
- Forma y Tamaño de los Átomos: Los átomos tenían diversas formas y tamaños, y sus combinaciones y disposiciones determinaban las propiedades de la materia.
- Movimiento y Colisión: La interacción entre átomos involucraba el movimiento constante y la colisión. Los cambios en la realidad se debían a las combinaciones y separaciones de átomos.
Aunque la teoría atomista de Demócrito fue una contribución significativa a la comprensión de la realidad, su enfoque materialista y atomista no fue plenamente aceptado en la antigüedad. Sin embargo, la idea de átomos como unidades fundamentales persistió a lo largo de la historia y tuvo un resurgimiento significativo en la ciencia moderna con el desarrollo de la teoría atómica.
Arjé de Leucipo
El «arjé» según Leucipo y Demócrito consistía en partículas indivisibles e indestructibles llamadas «átomos». La palabra «átomo» en griego significa «indivisible», y según esta teoría, los átomos eran las unidades fundamentales e indivisibles de la realidad.
Principales puntos de la teoría atómica de Leucipo y Demócrito:
- Átomos: Partículas indivisibles, eternas y en número infinito.
- Vacío (Kenón): Espacio vacío entre los átomos que permite su movimiento.
- Diversidad de Objetos: La diversidad de objetos en el mundo se explicaba por las diferentes formas, tamaños y disposiciones de los átomos.
Es importante señalar que mientras Leucipo sentó las bases para la teoría atómica, Demócrito la desarrolló y expandió posteriormente. La teoría atómica de Leucipo y Demócrito influyó significativamente en el pensamiento científico y filosófico, y sus ideas resurgieron y se consolidaron más tarde en la ciencia moderna.
Evolución del Concepto de Arjé
A lo largo de la historia de la filosofía, el concepto de arjé ha evolucionado y se ha transformado. Desde los primeros filósofos presocráticos hasta la filosofía contemporánea, hemos visto cómo diferentes pensadores han intentado comprender y explicar el principio fundamental que subyace en todo lo existente.
Los presocráticos sentaron las bases para esta búsqueda del arjé al tratar de encontrar una sustancia primordial que pudiera explicar el origen y funcionamiento del universo. Thales de Mileto propuso que el agua era ese elemento fundamental, Anaximandro exploró el concepto abstracto del apeiron como un principio infinito, mientras que Heráclito defendió que el fuego era la esencia cambiante detrás de todas las cosas.
Sin embargo, con Parménides llegamos a un punto crucial en esta evolución. Para él, no había lugar para múltiples principios o cambios constantes. El arjé debía ser algo inmutable y eterno; debía ser uno solo. Esta idea tuvo un impacto significativo en la filosofía posterior y planteó cuestionamientos sobre si realmente podíamos conocer esa realidad última e inmutable.
A medida que avanzaba la historia filosófica, diferentes corrientes surgieron y dieron forma al concepto de arjé desde distintas perspectivas. Aristóteles propuso su teoría hilemorfista donde afirmaba que tanto materia como forma eran fundamentales para entender cualquier objeto o fenómeno. Los estoicos consideraban al logos como una fuerza divina que permeaba todo el universo y actuaba como principio organizador.